Delirio de certeza es un libro que se disfraza de cuentos, pero no se conforma con eso.
Entre una página y otra, se filtran el ensayo, la poesía, la memoria y una sensibilidad que mira lo cotidiano con asombro persistente.
Wenceslao Argiro escribe como quien conversa bajo un naranjo, tomando mates: sin apuro, con inteligencia afectuosa y con esa rara capacidad de detenerse en lo pequeño sin perder de vista lo profundo. Su prosa camina con elegancia entre lo costumbrista y lo filosófico, entre lo dicho y lo que apenas se sugiere.
Con una estética que esquiva el lugar común, los personajes de este libro funcionan como cálidos anfitriones en una visita guiada por el universo del autor… y por el de todos nosotros.
Los relatos parecen simples, pero se expanden. Uno empieza leyendo una historia —padres, hijos, cuadros, derrotas, canciones, hinchadas— y termina encontrándose con preguntas que laten en voz baja:
¿Cómo se ama? ¿Cuándo se deja ir? ¿Qué pasa con lo que no se dice? ¿Dónde queda el tiempo?
Delirio de certeza no es solo una colección de textos.
Es una forma de mirar el mundo desde adentro.
Una invitación a leer con el corazón un poco abierto y la razón un poco rendida.
Delirio de certeza es un libro que se disfraza de cuentos, pero no se conforma con eso.
Entre una página y otra, se filtran el ensayo, la poesía, la memoria y una sensibilidad que mira lo cotidiano con asombro persistente.
Wenceslao Argiro escribe como quien conversa bajo un naranjo, tomando mates: sin apuro, con inteligencia afectuosa y con esa rara capacidad de detenerse en lo pequeño sin perder de vista lo profundo. Su prosa camina con elegancia entre lo costumbrista y lo filosófico, entre lo dicho y lo que apenas se sugiere.
Con una estética que esquiva el lugar común, los personajes de este libro funcionan como cálidos anfitriones en una visita guiada por el universo del autor… y por el de todos nosotros.
Los relatos parecen simples, pero se expanden. Uno empieza leyendo una historia —padres, hijos, cuadros, derrotas, canciones, hinchadas— y termina encontrándose con preguntas que laten en voz baja:
¿Cómo se ama? ¿Cuándo se deja ir? ¿Qué pasa con lo que no se dice? ¿Dónde queda el tiempo?
Delirio de certeza no es solo una colección de textos.
Es una forma de mirar el mundo desde adentro.
Una invitación a leer con el corazón un poco abierto y la razón un poco rendida.